2 sept 2015

DE NUEVO LE DEFRAUDÉ

Otra vez me pongo en contacto con ustedes para comentarles las vicisitudes de mi acoso a través de las comunicaciones, porque como ya les dije, esto no se acabará nunca. O al menos hasta que uno de los dos desaparezca. Veamos.

En mi relato anterior les decía que el acoso parecía haberse reducido exclusivamente al teléfono móvil, pero esto después no fue así. Concretamente el día 20/07 sobre las 22,30 horas tuve grandes dificultades para conectarme a internet. Concretamente la señal aparecía y desaparecía de forma que aparentaba ser alegre y juguetona, y así continuó durante largo rato. Seguro que el o la causante del incidente disfrutó lo suyo. Tiene que ser muy gratificante perjudicar a alguien sin que pueda defenderse, y además tratándose de alguien a quien no se conoce personalmente, y por tanto se parte de una imagen manipulada, supongo que aberrante. Y lo digo porque cuando coincidimos en la misma empresa sus calumnias me causaron muchos problemas, aunque fueron cayendo todas poco a poco. Y para construir tales calumnias y que parezcan veraces necesita información, y esa la consigue de los mismos a los que manipula. Luego la adereza convenientemente para que el receptor del mensaje se enfade lo mas posible y decida actuar contra mí. Lo hizo en la empresa y lo sigue haciendo con gran habilidad, en este caso favorecido por el hecho de que las personas manipuladas no tienen contacto personal conmigo, lo que hace imposible que saquen sus propias conclusiones.

Y no fue el incidente relatado el único. Hubo otros. Por ejemplo el del día 2/08 en que me resultaba imposible conectarme a internet, y a mis hijos tampoco, hasta que se me ocurrió reiniciar el router. Es la solución universal que parece que tengo que realizar mas a menudo de lo habitual. Cualquiera que lea esto podría pensar que tampoco es para tanto, que son cosas que suelen pasar a casi todo el mundo alguna vez. Lo que ocurre es que a mi me pasan mucho mas de lo que se podría considerar normal, y desde hace ya muchos años, sin que parezca que nadie pueda o quiera solucionarlo. 

Y además, siguiendo su técnica habitual, se esfuerza en dejarme señales que me recuerden que él siempre está ahí, que me está vigilando y que no puedo estar tranquilo. O algo así. Últimamente recibo en mi móvil dos o tres timbrazos en tono suave, como si fuesen avisos de algún mensaje, solo que no hay ninguno. Se producen mas o menos cada media hora, durante todo el día. Y no se trata de nada relacionado con el tratamiento de datos, porque todo eso lo tengo anulado. Solo llamadas y sms. Y mas cosas extrañas que no añado para no aburrir.

Siempre me ha sorprendido lo fácil que le resulta manipular a personas aparentemente normales, y en algunos casos hasta brillantes, al menos en aspectos profesionales, aunque parece que no tanto en aspectos puramente humanos y sociales. La psicología mas elemental no forma parte de nuestra educación tradicional, y detectar a un perverso narcisista no es tampoco una asignatura de primer curso. Porque no debemos olvidar que la manipulación es la principal habilidad de estos personajes, ya que profesionalmente suelen ser mediocres, y su desmedida ansia de poder la sacian con sus manejos para eliminar posibles rivales. En fin, que no parece posible que un país salga adelante si, como le ocurre al nuestro, está saturado de personajes mediocres y manipuladores en puestos de responsabilidad, mientras los competentes y honestos son apartados y descalificados en base a maniobras subterráneas. 

Y no piensen que solo utilizaba sus habilidades para conseguir objetivos profesionales, también para cosas mas personales, como conseguir favores sexuales. No es que yo pueda asegurar que esto fuese así, pero si que viví una situación que me dio que pensar. En cierta ocasión, en privado en su despacho, me relató que el dia anterior había sufrido un episodio de hipertensión en su casa y que se había caído al suelo semidesmayado. Y entonces en tono lastimero me dijo que “necesitaba llamar a alguien para que me ayudase, y no sabía a quien recurrir” Me pareció evidente que me estaba tirando el anzuelo para que yo me ofreciese, pero teniendo en cuenta mi desconfianza hacia sus manejos y su condición homosexual, que era evidente aunque él la ocultase, me hice el sueco. Tal vez mis encantos le hubiesen fascinado, o tal vez se conformaba conmigo porque su físico poco agraciado no le ayudaba mucho. Cualquiera sabe. En cualquier caso de nuevo le defraudé. Que pena, ¿no?

Arturo Paradela

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