17 ago 2015

Pillado, Señor psicópata

           Entre un 1 y un 3% de la población reúne todos los criterios que definen una personalidad psicopática. Es decir: de cada cien personas con las que nos cruzamos a diario por la calle o en cualquier establecimiento en el que entremos, entre una y tres lo son. La grandísima mayoría de ellos, no llevan un arma bajo su ropa ni en su intención está agredirnos con ellas. Sus armas están en su mente. 

          Alrededor de un 10% posee alguno o algunos de esos criterios.
          No tienen cura: no están enfermos. No existe ninguna terapia o medicamento efectivo. Así que no nos engañemos,  estas personas no cambian.
          Según el manual diagnóstico de los trastornos mentales DSM V, se encuentra dentro de los Trastornos de Personalidad tipo antisocial / psicopático y sus características son las siguientes:
1) Insensibilidad: ausencia de empatía o preocupación por los problemas de los demás.
2) Agresividad: frialdad, crueldad, abusos verbales o físicos, conducta desafiante y beligerante.
3) Manipulación: actitud que pretende influir en los demás para beneficio propio.
4) Hostilidad: irritabilidad, conducta ruda o desagradable.
5) Falsedad: utilización de la mentira y conducta fraudulenta.
6) Narcisismo: vanidad, exageración de los propios logros y capacidades.
7) Irresponsabilidad: incapacidad de mantenerse en sus obligaciones o acuerdos.
8) Temeridad: necesidad de estímulos intensos sin tener en cuenta las consecuencias.
9) Impulsividad: tendencia a responder de forma inmediata ante los estímulos sin tener en cuenta los planes de futuro.
            Todas estas características se dan en personas que tenemos alrededor, con un aspecto y una vida aparentemente normal. Como hemos dicho, no suelen llevar un arma ni intenciones de hacer daño físico (al menos mientras no sea estrictamente necesario). Su mente fría, calculadora y falta de empatía y sentimiento de culpabilidad es herramienta suficiente para conseguir su pretensión de poder y control utilizando a quien le pueda servir, como instrumento para alcanzarlo.
           El porcentaje de 1-3% en la población general, aumenta en las empresas. Sobre todo a nivel de altos ejecutivos. Algunas de las particularidades de estas personas son realmente atractivas para estos puestos: frialdad en la toma de decisiones, audacia, carisma, dureza en las negociaciones… Así que muchas empresas buscan para estos puestos  dichas características dejando en sus manos el trabajo de muchas personas. 
          Lo grave, es que no sólo es el trabajo de estas personas lo que está en sus manos. Muchas veces, también es su estabilidad emocional. Cuando una persona con este trastorno quiere algo, no vacila en hacer lo que sea para conseguirlo de la manera que haga falta y sin remordimiento alguno. Sirviéndose de quien sea.
          Durante su niñez y juventud no han disfrazado sus conductas. Pero acaban por aprender a comportarse de manera adaptada a la sociedad en la que viven a través de la observación e imitación.  Llegan a desarrollar un encanto personal que atrae y seduce, pues logran un efecto camaleón al adaptarse a la personalidad de quien les interesa. Pero no debemos olvidar que es sólo una máscara, otra herramienta de trabajo para alcanzar sus fines. Son grandes observadores y captan las carencias de los demás aprovechándose de ellas.
        ¿Cómo detectarlos? Lo ideal sería hacerlo a primera vista, pero es difícil. Seguramente quien ya ha pasado por la experiencia de compartir tiempo y espacio con ellos, podría hacerlo. Aun así, hay ciertas características detectables en el entorno laboral que pueden darnos pistas. A las típicas conductas de cualquier acosador (expuestas en el artículo “¿Estoy siendo testigo de mobbing?” en esta misma revista) se les añade sus particularidades: mienten, actúan y simulan emociones para conseguir atraer a la o las personas que enfoca como víctimas y, una vez ¨seducido¨, tratará de anularlo para conseguir su fin (conseguir trepar o utilizar a la víctima para perjudicar a otro y saciar su deseo de control). Lo hace sin ningún tipo de escrúpulo, duda o remordimiento. Si tienes sospechas, atención:
- Mienten. Mucho. Así que acaban entrando en contradicciones. 
-Su narcisismo les lleva a considerarse a sí mismos como más listos que los demás y mucho mejores, así que exagerarán sus logros.
-Búsqueda constante de estimulación. La necesitan para evitar el aburrimiento. No les va la tranquilidad, siempre buscarán actividades.
-Sus metas a largo plazo son poco realistas.
-Si estamos alerta podremos darnos cuenta de que sus emociones son superficiales.
-Relaciones poco duraderas (pocos o ningún  amigo, varios matrimonios o relaciones cortas).
-Son promiscuos.
-Su estilo de vida es parasitario (utiliza todo lo que pueda de otras personas: se apropia de sus ideas, trabajos…). 
-Tienen mucha dificultad para aceptar la responsabilidad de sus propios actos, así que siempre encontrará un culpable de todos sus errores. Evidentemente, no así en sus aciertos.
 (De Criterios de personalidad psicopática del Dr. Robert Hare)
   Así que si tu jefe se parece a todo lo anterior: cuidado. Es muy difícil lidiar con este toro. Aun así, teniendo en cuenta una serie de consejos (del libro ¨Sin conciencia¨ de Robert Hare, Doctor en psicología, especialista en el ámbito criminal), se puede intentar llegar a una solución:
1. Una vez que sepas a quien tienes enfrente, trata de comprender cómo funcionan psicológicamente. Es fundamental que no sepan que sabes.
2. Que no se te olvide que sus buenas acciones o sus buenas maneras persiguen un fin: su propio beneficio, no les importas tú, ni tus circunstancias.
3. Caen en contradicciones cuando halagan, fingen interés o inventan historias. 
4. Respecto a su vida personal darán respuestas vagas o evasivas. Su familia no es su prioridad.
5. Cuidado con las situaciones de alto riesgo: pueden grabar las conversaciones, o amenazarte. Atención siempre. 
6. Sé consciente de tus debilidades, pues serán su objetivo, Si las conoces bien, no bajarás la guardia. 
7. Paciencia. Es una carrera de fondo. Pero el tiempo no es tu enemigo. La constancia es tu arma frente a sus momentos de impulsividad. 
8. Apoyo profesional. No escatimes.
9. No olvides su faceta de gran actor. Sobre todo cuando hay testigos
10. Tu estrategia debe permanecer oculta. Estudiada y apoyada por  un profesional. No des pistas ni vayas de farol. El experto en faroles es él/ella.
11. No personalices. Puede llegar a portarse así con cualquiera, no sólo contigo. 
12. La víctima eres tú, no él/ella. Por mucho que te parezca que pueda estar afectado.
13. Fuera compasión. No va a cambiar. Aunque lo parezca.
14. No estás solo. Hay muchas personas como tú, en tu misma situación. Habla sobre ello con personas de confianza.
15. Testigos hay, pero es difícil que actúen. 
16. Las guerras de poder son difíciles de controlar cuando la persona a quien nos enfrentamos es psicópata. Saben mucho sobre ello. Son expertos. Y les encantan, es su salsa. Abstente de entrar en ellas.
17. Su ansia de control les llevará a usar el arma que mejor les convenga en ese momento: encanto o intimidación violenta. 
18. Ya que les encanta ganar, aunque sea a toda costa, pueden volverse impulsivos: ahí, pueden perder el control. Prepara algo por si llegase el momento. 
19. Utiliza la lógica y la firmeza para mantenerte en tu norte. Apunta todo lo que puedas, guarda mensajes… haz un “archivo” de todo este asunto.
20. No albergues grandes esperanzas de grandes cambios. Su personalidad es esa, como tú tienes la tuya. Aprendes como ha aprendido él/ella. Pero lo aprendido es diferente y la manera también.
21. Los grupos de apoyo apoyan. Acude. Hay más personas como tú. 
22. No te pierdas de vista como persona. No dejes que acabe por hundirte. Hay profesionales de diferentes ámbitos con capacidad de ayudarte. Has vivido eso, pero no tiene por qué ser una cruz eterna. 


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