5 jul 2015

ACOSO EN LAS COMUNICACIONES

   Se que el título de este relato suena un poco fantasioso, pero ahora que parece que se está manifestando ante la opinión pública el peligro de las redes sociales, sobre todo por casos de bullying, y del control de las comunicaciones por parte de los estados, según afirma, entre otros, Amnistía Internacional, voy a poner en evidencia otro tipo de acoso que se realiza a través de las empresas de comunicaciones.
   Para que vayáis entrando en materia imaginaos a un psicópata del tipo que mas abunda en los países mediterráneos, el “manipulador”. Imaginaos que además tiene una personalidad fuertemente narcisista, que por si no lo sabéis es alguien que puede resultar de entrada atractivo o simpático, pero cuando se le observa mejor descubre su verdadera cara, la de una persona que se siente superior, que siempre suele conseguir lo que quiere, que no soporta las frustraciones, que aparenta preocuparse por los demás (lo que nunca es gratis, porque pretende explotarlos), muy dado a criticar a segundas y terceras personas, etc. 
   Y para terminar de dibujar el escenario imaginemos que nuestro personaje tiene muy claro que la información es poder, y se dedica desde hace mucho tiempo a manipular a técnicos de las empresas de comunicaciones. ¿Para qué? Pues para tener información reservada de las personas de las que espera obtener algo, y si la información es comprometedora utilizarla para presionarlas. Y si se trata de personas que le estorban o le molestan, utilizará esa información, convenientemente manipulada, para calumniarlas y perjudicarlas todo lo posible. Y aquí es donde entro yo.
  Con este lamentable personaje me ha tocado convivir en una gran empresa, y aunque nunca sospeché su relación con las empresas de comunicaciones, siempre me llamó la atención que, pese a que muchas de sus mentiras se descubrieron, nunca nadie hizo nada al respecto. Y mucho después me di cuenta que él sabía demasiado de los secretos y debilidades de todos aquellos que tenían capacidad de decisión, y por eso era intocable. Mi relación con él era superficial, aunque mi conocimiento de nuevas técnicas de trabajo que él desconocía le hacía estar en un estado de alerta con respecto a mí del que yo entonces no era consciente. Mas adelante pude comprobar que no descansó ni paró de intrigar en mi contra para frenar mi posible ascenso profesional, lo que consiguió plenamente. Se ganó la confianza del jefe del departamento, y cuando éste marchó de la empresa lo dejó en su puesto. Su estrategia había triunfado, y el departamento caminaba hacia su destrucción. Porque,  por si no lo sabéis, este tipo de personajes se dedican a destruir las relaciones humanas a su alrededor, y de esta forma ellos controlan todo el ambiente. Enfrentan a unos con otros en base a sus mentiras y manipulaciones, sobre todo ganándose previamente la confianza de las personas manipuladas. Nunca dejó de sorprenderme como las personas, incluso las mas preparadas y aparentemente serias, se tragaban sus mentiras y se las creían totalmente. Parece evidente que tenía una gran capacidad de seducción y que se ganaba con facilidad la confianza de todo aquel que le interesaba, incluso de los de mas alto nivel jerárquico. Y con eso jugó contra mí.
   Pronto empecé a darme cuenta de que pasaban cosas raras, tales como que había gente que me ponía “mala cara”, me negaba el saludo o volvía la mirada al cruzarse conmigo por un pasillo, sobre todo el personal directivo de la empresa. También ocurría con los compañeros de departamento, pero en estos casos casi siempre las mentiras acababan cayendo por si solas, porque el contacto diario y mi conducta habitual terminaban desmintiendo las calumnias. También ocurrió que desde la empresa se me pidió que presentase mi título profesional, como si dudasen que lo tuviera; o que presentase las facturas de mis gastos en mis últimos viajes de empresa, como si pensasen que fuesen suntuarios; o que se me acusase de llegar tarde al trabajo de forma habitual, cuando yo era el primero que llegaba en el departamento, hasta el punto de que tuve que pedir una llave para abrir yo la oficina. Todas estas mentiras y otras mas que no explico para no cansar, cayeron por si solas, porque fueron fáciles de demostrar, pero indicaban hasta que punto estaba desesperado por encontrarme un punto débil donde atacar, lo que no le salió bien, pero si me dio muchos problemas e incomodidades.
    Pero un dia la empresa hizo una reducción de plantilla y a mi me tocó prejubilarme, dada mi edad. Aun con la reducción que supuso en mis ingresos, me sentí aliviado. Al fin me iba a librar de mi incansable perseguidor. Que ingenuidad. No solo no acabó la persecución, sino que entró en otra fase mas destructiva, en el ámbito personal.
   Y aquí entramos en el tema del acoso en las comunicaciones. Empecé a tener problemas tanto en internet como en el teléfono móvil o en el fijo. En este último me pasaban cosas como estas:
Recibía un único timbrazo alrededor de las 5 de la madrugada, que no dejaba marcado el número.
Durante algunas conversaciones de interés para mí me podía quedar sin audición, o podía escuchar ruidos de todo tipo que la dificultaban, o se podía cortar repetidamente, Etc.
Recibía llamadas anónimas en las que al descolgar nadie contestaba, o solo se oían ruidos.
  Y en todo esto no tenía duda de que de mis conversaciones se extraía información que, convenientemente manipulada, podía ser utilizada en mi contra. Y en el teléfono móvil me ocurrían cosas similares al fijo, y además otras como estas:
  • Yo apago el móvil por las noches, sin embargo podía sonar estando apagado. Le desmonté la batería, pero entonces vibraba fuertemente. Solo se solucionó desmontando la tarjeta. Y todo esto también me ocurrió viajando por el extranjero.
  • Con la aparición de los smartphones se ampliaron los problemas. Las pantallas táctiles se me volvieron incontrolables, casi me resultaba imposible marcar el pin. Conseguía encenderlo después de un montón de intentos. Después dejé de apagarlo en las noches, poniéndolo en silencio, pero entonces podía suceder que estaba sin cobertura.
  • El teléfono podía estar desconectado de la red sin que me diese cuenta. Me enteraba al intentar llamar a un número de la agenda y me contestaba “no registrado en la red”

   En internet, con mi ordenador, también tuve, y tengo, múltiples problemas. No voy a entrar en demasiados detalles, pero apunto algunos: ataques externos tales como profusión de virus, troyanos y demás que me provocaron problemas incontables, a pesar de tener un buen antivirus. Sospeché que me entraban a través de falsas actualizaciones de software. Y también tuve interrupciones de la conexión justo en momentos clave en que tenía que hacer gestiones urgentes. Hubo momentos en que tuve que utilizar programas de ocultación de la IP para poder navegar por internet.
   Son solo breves apuntes de lo que ocurrió, y en parte sigue ocurriendo. Y ahora procede la pregunta del millón. ¿Qué hicieron las empresas de comunicaciones? Porque estoy ya en la tercera empresa de este gremio y os puedo asegurar que ninguna ha solucionado el problema del todo. La primera contestó a mi reclamación diciéndome que acudiera a la policía, lo que no hice porque no tenía pruebas. La situación mejoró algo, pero es como si hubieran dicho a los implicados algo así como “hay que ser buenos, chicos”. En la segunda empresa sucedió algo parecido, solo que aquí ni siquiera me contestaron. Y en la que estoy actualmente, que es la que mejor se ha portado, tras varios escritos a la empresa perdí la paciencia y denuncié ante la policía. La denuncia fue archivada, según se me dijo, porque sino la empresa me podría denunciar a mí. A pesar de eso la situación mejoró notablemente y durante un tiempo estuve tranquilo. Pero como un psicópata obsesionado nunca descansa, pues ya estamos otra vez en problemas, aunque eso si, de forma mas espaciada. Tengo la impresión de que la empresa está encima del problema, pero no puede controlar del todo al/los culpable/s.
    Y ahora toca pararse a pensar y sacar conclusiones. Preguntas al aire. ¿Cómo es posible que un manipulador, por experto y profesional que sea, pueda conseguir engañar a tanta gente? ¿Cómo es posible que las empresas no consigan controlar a sus empleados? ¿Cómo es posible que no haya forma de denunciar con éxito a estas empresas? Y si esta es la situación de las comunicaciones, ¿en que situación de indefensión estamos los ciudadanos?
    Como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes. En primer lugar el que un psicópata narcisista consiga manipular y engañar a tanta gente no es tan difícil. Tenemos múltiples ejemplos en el mundo de la política, de los negocios y de las finanzas. Y si tenemos en cuenta que los técnicos de estas empresas suelen ser gente joven y poco madura, resultan presas fáciles para estos experimentados embaucadores. Y mas aún si pensamos que estos profesionales de las comunicaciones seguramente tienen una sensación de poder muy gratificante, casi erótica, al atacar a alguien del que sabe Dios que barbaridades les han contado. Deben sentirse justicieros, como Superman. 
En lo de que las empresas no sean capaces de controlar a sus empleados, se puede comprender. No debe ser nada fácil controlar a quien tiene acceso casi ilimitado a las comunicaciones. Otra cosa es considerar si se sorprende a alguno con las manos en la masa qué debería hacerse. En principio, siendo ingenuos, podríamos pensar que las empresas deberían ser ejemplarizantes, pero tengo la sensación de que eso no ocurre porque las reincidencias son constantes. Asi que solo queda pensar que si no actúan así, es porque no pueden. ¿Y como es esto posible? Pues porque me da la impresión de que, lo mismo que a nuestro psicópata nadie lo ponía firmes en la empresa porque sabía demasiado, mucho me temo que aquí suceda algo parecido, que probablemente la legalidad está siendo vulnerada por las empresas de comunicaciones de forma habitual y los empleados lo saben y colaboran en ello. Pero claro, si es así, ¿quién les impide que intenten ser “justicieros”? 
   ¿Y que tipo de ilegalidades podríamos considerar como probables en estas circunstancias? Pues pienso que las escuchas sin autorización judicial, como máxima probabilidad, porque  me resulta difícil de creer que en plena efervescencia del terrorismo etarra no se hayan realizado todo tipo de escuchas sin esperar al juez, incluso de las conversaciones entre etarras y sus abogados. Y tampoco me extrañaría que de esta forma se haya establecido una complicidad entre empresas, policía y justicia, de forma que estos hechos sean habituales y los profesionales se sientan poderosos y casi impunes. Y si esto fuese así se podría contestar la pregunta de por qué cualquier denuncia contra las empresas de comunicaciones tiene pocas posibilidades de éxito. No se pueden destapar estas cosas.
   Y siguiendo esta argumentación, la situación de indefensión de los ciudadanos (última pregunta) ante estas circunstancias es total. No hay forma  de defenderse, salvo que los profesionales reciban una iluminación divina y se caigan del caballo como Pablo de Tarso, porque de otra manera serán marionetas en manos de los psicópatas narcisistas que van siempre a lo suyo con suma habilidad. Es una nueva forma de corrupción que, como muchos sabemos, no es solo meter la mano en la caja, sino también utilizar herramientas ajenas para fines propios.
Según se está informando, la NSA norteamericana, que tiene un programa de espionaje masivo sobre sus ciudadanos y sobre el resto del mundo, va a ver paralizado parcialmente su programa en los próximos días. ¿Existe en España un programa similar? Yo no lo creo, pero si creo que existe una relajación y un descontrol general en el que se puede controlar y perseguir a cualquiera por un motivo u otro, aunque al mas puro estilo de la corruptela hispánica.
  Y si alguien ha aguantado hasta aquí podría preguntarse, ¿y como se puede aguantar una persecución obsesiva como ésta? Pues yo le diría que mal, evidentemente, pero no tanto como cabría esperar. A lo largo de los años que ha durado, y continúa, yo me he ido fortaleciendo interiormente, y ahora puedo afirmar que sus actos de acoso no son para mi problemas, sino simples molestias. Y tampoco puedo decir que sienta odio hacia quien no descansa por hacerme daño. En realidad me da lástima. Es una persona incapaz de sentir nada por los demás, y con eso se pierde lo mejor que hay en la vida, el afecto entre las personas. Su incapacidad de empatizar con los demás es un tremendo problema, una inmensa discapacidad, y asi deberíamos considerar a estas personas, unos discapacitados que no deberían llegar a puestos de responsabilidad, porque allí a donde lleguen destrozarán las relaciones interpersonales y las adaptarán a sus intereses. Son como tumores cancerígenos en el tejido social. Todavía recuerdo una escena en la empresa en que desgraciadamente coincidimos, en la que alguien elogió calurosamente a una persona no presente, y él inmediatamente procedió a desvalorizarla y atribuirle aviesas intenciones. En ese momento empecé a conocerle de verdad, porque percibí que le molestaba el afecto que percibía en su interlocutor, algo que él no sabía lo que era y no entendía. ¿No es una lástima?    


Arturo Paradela  

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