9 jun 2015

MATAR AL MENSAJERO

Quienes conocen a nuestra asociación saben que nunca publicamos información sobre ningún caso que nos llega, sin la previa conformidad de la persona afectada. Y esto lo recordamos a propósito del problema que desde hace años viene sufriendo el doctor Juan Ramón Couce y Gómez de la Tía en el Centro de Salud de Narón, un caso especialmente grave no solo por las serias consecuencias que le ha traído a él tanto en su vida profesional como personal, sino por las que recaen sobre los usuarios de un servicio público tan esencial como es la sanidad.

Durante los largos años que el doctor Couce se mantiene en contacto con nuestra asociación hemos comentado reiteradamente las circunstancias de su situación, y hemos discrepado amistosamente sobre la forma de afrontarlas. Sin embargo ahora los acontecimientos se han precipitado y ya no caben discrepancias. Solo hay una forma posible de actuar, y es solicitar a la administración sanitaria gallega que actúe rápida y eficazmente a partir de las denuncias que han planteado varios pacientes del mismo Dr. Couce.
  
Según el relato del propio doctor Couce todo empezó hace unos diez años, cuando una niña de dos años murió en sus brazos, víctima de malos tratos, mientras un pediatra que la atendió una semana antes no hizo un parte de lesiones, aunque el médico forense apreció en su informe mas de treinta hematomas. Este hecho le afectó profundamente y a partir de ahí comenzó a denunciar las continuas irregularidades que apreciaba en su entorno laboral, tales como que un jefe se fuera de su guardia de presencia física a pasar su consulta privada, o de compañeros que se iban de las guardias y volvían en estado de embriaguez, o incluso con apariencia de haber injerido substancias alucinógenas, omisiones de socorro, negativas a atender llamadas de urgencias del 061, etc. 

Pero poco mas tarde se vió implicado en un delito de omisión de socorro. Un compañero se negó a ir a un aviso urgente del 061, pero cuando la familia del afectado pidió su nombre para denunciarlo, él se negó a darlo y su jefe y amigo le protegió. De esta forma el doctor Couce, que intervino como testigo, se vió amenazado (“cuidadito con lo que le dices a la jueza”) Cuando los abogados de las partes implicadas se habían ausentado, él se dirigió a la jueza para informarle de las amenazas, y ella le dijo que debería denunciarlo ya que se trataba de un delito de amenazas a un testigo. Y él lo hizo, pero amplió la denuncia con las presuntas irregularidades, delitos, etc. similares a los ya expuestos, y a partir de ahí comenzó su calvario.

Sucedieron cosas como que un celador no le llamaba si venían pacientes urgentes, administrativas que hacían lo mismo, enfermer@s que no acataban órdenes por escrito, o que se negaban a atender a pacientes suyos o a ir con el doctor Couce en ambulancia, médicos que le hacían la vida imposible, etc. Precisamente once de ellos firmaron un escrito ante el Inspector médico para, según parece, echarle de la profesión.

Pero él continuó haciendo su trabajo lo mejor posible y poniendo en conocimiento de sus superiores y de las autoridades competentes todos aquellos hechos que consideraba irregulares, tales como desaparición de morfina, abandonos de guardia, omisiones de socorro, y los hechos que cualquier persona objetiva podría considerar como de una situación de acoso  laboral. 

A pesar de que tiene documentación suficiente para demostrar la mayor parte de lo que se expone en este escrito, el doctor Couce ha preferido esperar que sean sus propios pacientes los que presenten denuncias por las presuntas irregularidades, y en este momento nos encontramos. Nuestra impresión es que la Inspección Médica está investigando estos hechos, lo que supone que al fin (¡al fin!) alguien en la administración pública parece tomarse en serio este asunto. Esperemos que sea así ya que, en caso contrario, todo esto terminará en los juzgados y con máxima publicidad, lo que no creo que le agrade a ninguno de los implicados en este lamentable problema.

Durante todo este proceso el Dr. Couce ha comentado en la red social Facebook muchas de las irregularidades que detectaba, lo cual le ha ocasionado la apertura de un expediente por el que se le sancionó con dos meses de suspensión de empleo y sueldo. Esperamos que la diligencia que ha demostrado la administración sanitaria para sancionar al mensajero la aplique ahora para castigar las infracciones y/o delitos de quienes parece que ponen sus intereses personales por encima de los derechos de los enfermos.

El pasado dia 21 de marzo el Diario de Ferrol publicó una información (1) según la cual diversos pacientes del Dr. Couce denuncian graves irregularidades, confirmando así la versión de su médico. Unos días después la Xerencia Integrada de Ferrol manifiesta en el mismo Diario (2) su apoyo a los profesionales sanitarios de Narón, asi, de forma genérica, como por otra parte era de esperar, ya que sería impensable que reconociesen su ineptitud para detectar y controlar estas irregularidades. ¿O tal vez no es ineptitud, sino algo peor? En lo que si han demostrado eficacia es en matar al mensajero.  

Nuestra asociación es apolítica, lo que significa que no estamos implicados en la lucha por el poder de ningún partido, pero no podemos olvidar que en este tenebroso asunto hay una fuerte carga política, ya que algunos de los principales implicados son personajes relevantes del partido en el gobierno autonómico, y tenemos a la vista las próximas elecciones municipales. A nosotros no nos gusta vernos implicados en este tipo de cuestiones y por ello nos gusta recordar que, como asociación, toda nuestra ideología está contenida en la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que damos por supuesto que también incluye a los pacientes de la sanidad pública de Narón. Esperemos que la administración autonómica intervenga de forma fulminante y acabe con esta inexcusable situación sin pérdida de tiempo. Los usuarios de la sanidad pública de Narón lo agradecerán sinceramente.

Abril de 2015

Asociación AGACAMT

















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