3 oct 2015

LA FRUSTRACIÓN DEFINITIVA

   Amigos, soy Arturo Paradela de nuevo, tratando de explicarles las vicisitudes de mi acoso “comunicativo”, aunque para no aburrirles procuraré que sea el último capítulo. Se que esto puede ser agotador para el lector y no quiero abusar de su paciencia. Todos los acosados solemos ser reiterativos y cansinos, aunque en mi caso eso lo tengo ya bastante superado, porque mi actitud no solo ante este problema sino ante la vida en general ha variado sustancialmente desde el principio del proceso. Hoy en día me siento mas seguro que nunca de mi mismo, de mi actitud ante la vida y de en qué dirección quiero caminar hasta el final de mis días. Y esto se lo debo, en parte, a mi psicópata particular, porque sin él y su obsesión persecutoria me hubiera sido mas difícil encontrar mi camino.

Gracias “amigo”

   Y tras este preámbulo vamos a lo nuestro. He comentado anteriormente algunas situaciones que expresaban con claridad, creo yo, el perfil narcisista de mi psicópata privado a tiempo completo (lo digo porque no parece que se tome vacaciones) Pero ha habido otra situación que no he comentado hasta ahora y que, en mi opinión, es clave para entender su obsesión persecutoria hacia mí. 
    En la empresa en que ambos nos ganábamos la vida, aparte del sueldo reglamentario había un complemento que se denominaba “Dirección por objetivos”, que consistía en fijar una serie de objetivos laborales a cumplir en un plazo trimestral, y que se expresaban en un papel a firmar por el trabajador, o sea yo, y el jefe del departamento, o sea el psicópata. Si los objetivos se cumplían el trabajador cobraba un complemento económico, pero aun en el caso de que no se cumpliesen podría cobrarlo si el jefe consideraba que su esfuerzo personal lo merecía. En este caso el papel firmado llegaba al departamento económico con un comentario justificativo del jefe para que se produjese el abono.
    Al principio todo funcionó conforme a estas normas, pero pasado un tiempo en nuestro departamento dejamos de firmar ningún papel, con lo cual desconocíamos si había desaparecido el complemento o que ocurría. Pero la inquietud se apaciguó cuando vimos que cobrábamos a pesar de todo, asi que teniendo en cuenta el perfil psicológico del jefe, nadie protestó para evitar posibles problemas. O dicho de manera mas drástica, “cobra y calla”. ¿Qué es lo que estaba pasando? Conociendo al personaje me imaginé que lo hacía para tener mas campo libre para la manipulación. Sin duda cubría él los papeles falsificando las firmas y se reservaba los comentarios, probablemente para desmerecer a quien le interesa. Cobrarían lo mismo, pero a saber que ponían los escritos sobre su trabajo y/o su persona.
    Esta ocultación de los papeles nos daba cierta inseguridad. Al terminar el trimestre ignorábamos si íbamos a cobrar, cuanto y cuando. Hasta que cobrábamos había cierto nerviosismo e inquietud, porque el personaje no era nada de fiar. Y en este contexto se me ocurrió entrar en forma pirata en su ordenador para comprobar que todo iba bien.
    Lo hice, pero de alguna manera él se dio cuenta e inmediatamente me llamó a su despacho en tono amenazante. Para relatar la escena siguiente tengo que tomármelo con calma, porque fue muy reveladora para mí. Mientras me acercaba a su despacho me iba auto convenciendo de que no tenía nada que temer, porque el gran tramposo era él. Una vez cerrada la puerta de su despacho comenzó el “chorreo”. No voy a entrar en detalles sobre la actitud prepotente y autoritaria con la que me recriminó mi actuación, pero ese día yo estaba crecido y le dije que si él tomaba alguna medida contra mí, yo tendría que hacer saber que hacía tiempo que nadie en el departamento firmaba un papel, y sin embargo cobrábamos, y eso implicaba que “alguien” falsificaba nuestra firma. Bajó el tono inmediatamente, recogió velas y me dijo suavemente que esperaba que no volviera a suceder, a lo que yo accedí.
    Pero al salir yo me di cuenta que quedaba rumiando su frustración y con su super-ego fuertemente afectado, algo insoportable para una personalidad narcisista. Y a partir de ahí el bombardeo fue continuo, aunque no voy a entrar en detalles para no extenderme. Ya he explicado algo en relatos anteriores, pero ahora me parece mas revelador que, una vez que yo abandoné la empresa él continúa obsesionado con hacerme daño, lo que confirma mis sospechas: probablemente nadie le había hecho frente y obligado a recular hasta ese momento. Para un manipulador narcisista acostumbrado a salirse siempre con la suya tuvo que ser un enorme trauma. Su venganza persiste en el tiempo cuando ya han pasado bastantes años, lo que confirma que aquello no se le olvida.
Para entender algo así hay que valorar como funciona la mente en una personalidad psicopática y narcisista, pero como yo no soy psicólogo daré solo algunos rasgos básicos y característicos que permitan comprender su conducta. Para empezar pensemos que el psicópata es una personalidad tóxica que va mucho mas allá del asesino en serie que nos muestran las películas policíacas. El psicólogo Bernardo Stamateas lo define como “aquella persona que ama el poder desde cualquier ámbito y los demás se convierten en objetos de usar y tirar”. Y añade que “no respetan los límites” y “no toleran la frustración”  Y en este punto me resulta inevitable recordar las frustraciones que le he provocado, sobre todo esta última. ¿Cómo no va a estar cabreado?
Pero claro, aparte de esto su personalidad tiene rasgos narcisistas muy marcados, y según el psicólogo Bertrand Regadier esto implica que es alguien que está formalmente adaptado a la vida social, “que aprende a manejar a las personas de su entorno a su antojo sin que estas sean conscientes de sus verdaderas intenciones” Es como si estuviera hablando de mi “amigo”. Y además añade “tienen conducta egocéntrica, suelen ser rencorosos, y mantienen actitudes de resentimiento y venganza hacia los demás. Suelen disfrutar haciendo sentir mal a otras personas, de este modo engrosan su ego y su sentimiento de superioridad. Son competitivos, y si creen que alguien puede hacerles sombra, intentarán socavar el prestigio y la reputación de esa persona” Clavadito. Lo ha retratado a la perfección. 
    Y ahora para terminar yo os preguntaría ¿cómo es posible que un personaje como éste haya llegado a ser jefe de departamento en una gran empresa? ¿Cuántos personajes de perfiles parecidos, que destrozan las relaciones sociales en empresas e instituciones, llegan a puestos de responsabilidad? ¿Cómo puede sobrevivir un país a esta plaga de mediocres manipuladores que no admiten límites para sus manejos?
    Que cada uno saque sus conclusiones.

articulo firmado por:
Arturo Paradela

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