3 abr 2016

LA FUERZA DE NUESTROS PASOS Y SUS CONSECUENCIAS

Autor:  Jennifer González Rodríguez- Asociación ABECAM


Cada día puede ser visto como una página en blanco, una aventura, o una terrible rutina impuesta y marcada por el devenir de diferentes situaciones que trataremos de enfrentar como buenamente podemos. Dejarnos llevar por el continuo azote de las adversidades o las sorpresas agradables sin marcar un punto fijo al que llegar y por el cual luchar puede convertirse en la peor de las torturas a las que enfrentarnos cada día.
Podemos dejarnos llevar por las ventiscas, balanceándonos de un extremo a otro de nuestras emociones, permaneciendo incluso insípidos, incapaces de sentir, porque nos dejamos llevar por aquello que tenemos dentro de nosotros y lo que realmente deberíamos tener. ¿Y qué es lo que debemos hacer pues? ¿Debemos aparentar que la vida es rosa, pese a la oscuridad que nos deja aquellos problemas que enfrentamos? ¿Debemos teñirla de negro ante cada adversidad dejándonos arrastrar a la inmensidad de la tristeza?

Equilibrar la balanza es trabajo de cada uno, encontrar la fuerza necesaria para transformar el movimiento en algo necesario y productivo, acorde a lo que queremos conseguir, y no a cómo nos sentimos en cada momento. Porque incluso en los días de viento hay un momento en que el aíre nos empuja a favor, pese a que tengamos que soportar la presión y la fuerza en contra durante cierto sentido de la marcha, habrá momentos en que sabremos canalizar las corrientes para impulsarnos hasta el objetivo. Y bien, ¿Qué debemos hacer? ¿Debemos sentarnos a esperar que el viento cese? ¿Debes permanecer siempre contra él independientemente de donde queramos ir?
La energía necesaria para todo ello está en nosotros. La diferencia entre pararnos, andar o correr hacía lo que deseamos es la fuerza y energía que empleamos en el movimiento de nuestros pies hacía ello. Por tanto entrar a debatir si tenemos el ánimo o el día adecuado es decidir no invertir energía en aquello que queremos. Es dejarnos llevar por el canto de “la preciosa Sirena llamada Excusa”, que nos deja inmóviles, convenciéndonos de la imposibilidad de algo que solo nosotros sabemos que podemos conseguir.
 Nadie podrá juzgar nuestros pasos, ni nuestro camino, mucho menos podrá decidir por nosotros, o soltar los obstáculos. Podrán acompañarnos, ayudarnos y ofrecernos el apoyo que necesitemos en ocasiones puntuales, pero sin duda el recorrido, y el placer de avanzar en él será sólo nuestro. Y ello comienza por dar el primer paso, levantando el pie del suelo, aunque sea de forma temerosa, o insegura, nuestro paso ganará fuerza a medida que avanzamos.
Visualizar aquello que queremos, clarificar nuestras ideas no es tarea sencilla, podría decirse que es la clave, la base o el centro de lo que marcará el rumbo que tomemos a favor o en contra de esa ráfaga de viento que nos moverá. Puede ser algo tan importante como decidir aceptar o no un trabajo, decidir contar o no aquello que nos preocupa, o simplemente decidir si continuamos con lo que hacemos hasta ahora o cambiar radicalmente el rumbo de nuestras vidas.
Sostener la decisión, las emociones que levanta o despierta en nuestro interior, y en base a ello decidir. Abrazando ese sentir, ese miedo, alegría, sorpresa o impaciencia, y pese a ello decidir caminar, decidir confiar en quien tenemos junto a nosotros en el camino, y decidir conseguir lo que queremos, sin necesidad de aparentar tenerlo. Pues no siempre lograremos tener el control de aquello que nos rodea, no siempre podemos tener la solución para lo que nos quita el sueño, y no siempre tendremos las habilidades necesarias para construir solos el sendero.  Vivimos interconectados, necesitamos unos de otros, pero nuestro ritmo, y la fuerza de nuestros pasos así como su trazo lo marcamos nosotros, sabiendo que esos pasos pueden hacer variar el sendero de los demás, puede mejorarlo o empeorarlo, por lo que somos responsables de aquello que comenzamos cada día.
Todo ello lleva tiempo, pero la pieza fundamental para encontrar el equilibrio es tener la intención de alcanzarlo. Comenzando por observarnos un poco cada día, aquellas decisiones que tomamos, si nos acercamos o alejamos a lo que deseamos, y si todo ello está teniendo efectos colaterales no deseados en las personas que nos rodean. Pues tan importante es acercarnos paso a paso hasta nuestro objetivo, como no causar molestar, en los demás, pues avanzar no es escalar entre las personas, sino ser capaz de llegar donde quiero junto a ellos.
Palabras como Acoso, Abuso, Maltrato, o Explotación, entre muchas otras que marcan de forma negativa el camino de muchas personas, deberían ser eso, sólo palabras sin uso en un diccionario, y no la realidad de nuestros días. Que piden a gritos la ayuda de todos y cada uno de nosotros, para limpiar el camino de sus huellas y residuos que no hacen otra cosa sino enturbiarnos el presente y futuro de nuestra sociedad. 
       Jennifer González Rodríguez
Licenciada en Psicología


No hay comentarios:

Publicar un comentario