Autor: Esther Canales Castellanos – Asociación ABECAM |
Marta
lo recuerda como uno de los días más felices de su vida, después del nacimiento
de sus hijos, claro. Era nada menos que la liberación de su tortura
personal que había durado cerca de doce años.
Era
el fin de una etapa de sufrimiento diario, durante la cual había tenido que
soportar el vacío, el desprestigio, la calumnia e incluso
el desprecio contra su persona. Sí, era una bendición tener que dejar de
ir a un lugar donde no se la apreciaba ni personal ni profesionalmente, y donde
parecía haber un complot constante contra ella. Marta nunca imaginó que uno de
los días más felices de su vida iba a ser su propio despido.
Se
abría ante ella un mundo de posibilidades nuevas, de proyectos
profesionales y personales que le apasionaban, de tiempo para poder dedicar a
su familia y de descanso. Y no sólo eso, su salud mejoró, se acabó el
dolor constante de cabeza, las contracturas cervicales y esos supuestos virus
intestinales que la tenían debilitada durante días y que la hacían adelgazar
más de la cuenta y parecer que tenía una enfermedad grave. Dejó de tener que ir
al médico a hacerse numerosas pruebas porque no sabían por qué estaba enferma
cada poco tiempo. Pero que la permitían estar lejos de ese odiado lugar llamado
trabajo.
Se
cortaron de raíz también todas esas preocupaciones y rumiaciones mentales
sobre lo injusto del trato de su jefa y de otros compañeros hacia ella, de por
qué, a pesar de sobrepasarla ampliamente como profesional y persona, esta
señora se había empeñado en dejarla ante todos como si fuese una verdadera
incompetente, desprestigiándola en cada ocasión que podía, con tal habilidad,
que incluso hacía dudar a la propia Marta de sí misma y sentir
que había algo erróneo en ella. Esto la hacía elevar sus exigencias de perfeccionismo
en el trabajo hasta cotas imposibles, olvidándose de ella misma, de sus
ilusiones y de fluir en la vida. Sin conseguir nada. Marta estaba en un estado
constante de frustración, que trasladaba a todas las áreas de su vida.
Ese
estado de felicidad y plenitud después de la liberación del despido duró
un tiempo razonable. Los meses en los que se dedicó a cuidar de sí misma, a
recuperar sus ilusiones, a dejar de sentirse frustrada y a alimentar su alma
terminaron. Durante esos meses planeó trabajar como profesional independiente
en aquello que era su vocación y que le ayudó en momentos duros durante su
cautiverio, la psicología, carrera que estudió mientras trabajaba en
aquel lugar y en la que había encontrado algunas respuestas a su sufrimiento.
No quería volver a tener compañeros de trabajo ni mucho menos un jefe al que
soportar. Pero la situación económica no ayudó y los ingresos eran limitados, mucho
menores de lo que ganaba en su odiada empresa. Pronto apareció el sentimiento
de culpabilidad por no estar trabajando para otra empresa y por no tener
ninguna intención de querer volver a trabajar para nadie más que para sí misma.
Y es que después del mobbing hay un “después”.
Un después de esa euforia inicial de haberse liberado de tus acosadores y de no
tener que volver a soportar a esa gente nunca más.
Después
apareció la culpa por no querer volver a trabajar para otros y
comprometer la economía familiar, porque el miedo a que se repita esa
situación de tortura es mayor que cualquier otro.
Este
miedo se relacionaba íntimamente con la autoestima debilitada por la
impotencia de que hiciera lo que hiciera Marta en su antiguo trabajo, no
consiguió obtener la aprobación ni valoración profesional que merecía.
La
incertidumbre de si por fin conseguirá ese merecido reconocimiento
profesional, sin que ninguna mala persona se vuelva a cruzar en su camino con
su envidia, carcome a Marta día a día y le hace dudar de si quiere volver o no
a trabajar para alguien.
Cada
vez que Marta recibe una oferta de trabajo similar a lo que ha hecho durante
años, renace un rencor y un enfado que no son propios de ella en
su día a día y que la vuelven a hacer sentir mal. Hasta el punto que puede
llegar a rechazar una buena oferta o sabotearse a sí misma en la entrevista.
Porque al final el entrevistador percibe algo que la hace ser descartable
aunque sea la candidata más idónea a nivel curricular.
Y
sobre todo, Marta siente una terrible frustración que la sume en la tristeza,
que la gente que la rodea no acaba de entender.
Después
del mobbing hay un trabajo que realizar, ya nunca se vuelve a ser la misma
persona, sino que hay una transformación. Es necesario realizar un profundo
trabajo interior para recuperar la autoestima perdida, para integrar el trauma,
y para poder continuar con la vida con una mirada diferente que conduzca a un
nuevo Yo más pleno.
Para
llegar a ese Yo más pleno es necesario comenzar desde las raíces, desde lo que
es más importante para nosotros mismos, nuestros valores y creencias sobre
el mundo que nos rodea. Estas a su vez nos llevan a tener unas determinadas emociones
y comportamientos que definen nuestra forma de estar en el mundo,
sintiéndonos más o menos plenos y felices. Cuando el mobbing ha tocado nuestras
raíces más profundas del Ser, es el momento de realizar un trabajo
transformador desde esas mismas raíces. No se puede ignorar.
Esther Canales Castellanos
Psicóloga
colegiada experta en Coaching PsEC y Economista.
Psycofullness.com
Autora
del libro “Psycofullness, Psicología positiva y Coaching para una vida plena”
https://www.youtube.com/watch?v=qlFs03shJY0
ResponderEliminarXXVII Congreso de APSA 2013 - MESA REDONDA
ACOSO MORAL: análisis de la problemática laboral y su tratamiento legal
Dra. Mónica Patricia Rizzo - ( Disertante ) - Abogada
Dra. Ana María Martorella - ( Disertante ) - Médica
Lic. María del Pilar Vendrell - ( Disertante ) - Psicóloga
Dra. Ana María Martorella - ( Coordinadora ) - Médica
Organizado por: PLcAP-PROFESIONALES LATINOAMERICANOS/AS CONTRA EL ABUSO DE PODER
El acoso moral puede manifestarse en diferentes ámbitos: privado e institucional (educativo, laboral), y sus efectos perjudiciales corresponden a los de la perversión moral a través del uso de técnicas de desestabilización como son las insinuaciones, alusiones malintencionadas, mentiras, humillaciones. Los comportamientos deliberados del agresor desencadenan, en la víctima, ansiedad, actitud defensiva, miedo, confusión, reacciones vehementes, con fobia recíproca asociada, somatizaciones, depresión, suicidio. Nos ocupamos aquí de estudiar el caso particular de acoso laboral, con el objeto de analizar y desenmascarar las estrategias manipuladoras de dominio del agresor y sus consecuencias en una víctima, que a pesar de su denuncia, con material probatorio, en diferentes estamentos institucionales, debió optar por la intervención de los medios de comunicación masiva y judicial, mientras sobrevivía al backlash institucional, ante el incumplimiento de la Ley 10.471 de Carrera Profesional Hospitalaria de la Pcia. de Buenos Aires, por la que se había convocado a concurso de Jefatura del Servicio de Salud Mental de un hospital interzonal, en el año 2011. Sin haberse realizado la evaluación por oposición de antecedentes, coincidiendo con el pase a retiro jubilatorio de la psicóloga en ejercicio de la función de la jefatura en cuestión, se designó en forma arbitraria, con función interina, a una de las postulantes, la cual poseía menor antigüedad en el ejercicio profesional y déficit de las competencias requeridas (antecedentes curriculares, ausencia de título habilitante en la especialidad de psiquiatría infanto juvenil). Llegados a esta situación, el recurso legal disponible fue la instancia judicial del Contencioso Administrativo.