Debemos recordar en este preciado día, a todas esas mujeres que han perdido sus vidas en
manos de sus parejas, por el simple hecho de que ellos creen que no merecen vivir; así como
también recordar a todas las víctimas de acoso laboral, tanto mujeres como varones; aquí no
hay distinción de sexo. Víctimas algunas, que han llegado al punto de poner fin a sus vidas
mediante el suicidio. Por ellas y ellos es que debemos seguir luchando para que esta lacra
desaparezca de nuestra sociedad y, de una vez por todas, reconozcan nuestros derechos.
Llegar a ese límite tiene que ser muy duro ¡es muy duro! hablando en primera persona,
puedo compartir mi vivencia de hace no mucho tiempo. Sí, lo pensé. Ya no le encontraba
sentido a mi vida, todo era superior a mí. Los amigos poco a poco se fueron alejando, ya ni
que hablar de los compañeros de trabajo y la familia se cansa, se agobia o simplemente no
saben cómo ayudarte a salir de ese pozo. Ese día, tal y como venía haciendo en las últimas
semanas, salí a caminar sola porque así me sentía mejor y no sé cómo, llegué al cementerio.
Hacía muy poquito que habían enterrado a un chico que se había suicidado en las vías del
tren, porque al parecer su esposa le era infiel. Debió ser el destino que me llevó hasta su
tumba y cuando llegué allí y vi su fotografía, me derrumbé. Estuve un buen rato pensando,
recordando cuando éramos niños y al irme, algo cambió en mi cabeza, mi forma de pensar,
mi chip me decía que debía seguir luchando, seguir adelante, apoyándome en los que tengo
a mi alrededor, principalmente en mi hijo, que no se merecía quedarse sin madre, mi
marido, que sé que me quiere mucho a su manera y mis padres, que los pobres, se han
portado tan bien conmigo durante todos estos años. Ésa no era la solución, no resolvería
nada, todo lo contrario; causaría más dolores entre los míos.
Se pasan momentos difíciles, duros, en silencio, de impotencia, pero juntos debemos hacer
que esto cambie, que esto se sepa. Debemos quitarle las máscaras y que todos sepan de las
humillaciones, las vejaciones, los insultos, los gritos y, en alguna ocasión golpes, la
discriminación, la intimidación que ellos te inducen.
Este manuscrito va dedicado para todos los que lo han sufrido y lo siguen padeciendo.
Seguir luchando es la única alternativa, no hundirnos ni dejarnos llevar por el miedo y la
impotencia; hay que revelarse y no callarse, hay que buscar ayuda y no estancarse, no
debemos tener vergüenza de lo que nos pasa y de contarlo porque nosotros/as solamente
somos las víctimas, recordadlo, y ellos los que deberían agachar la cabeza y reconocer sus
errores. Nunca penséis que el “suicidio” es la mejor solución ¡NUNCA! porque el problema
seguirá ahí, el causante del dolor o daño continuará provocándoselo a otros y entonces no
habrá valido de nada nuestro sacrificio. Lo mejor y lo que más les duele es que le hagamos
frente, que vean que no le tenemos miedo y que estamos aquí “juntos” frente a ellos y que
lucharemos por nuestros derechos.
Cada día se sabe algo más de esto, del acoso laboral y lo que debemos hacer las personas
que lo hemos padecido o sufrido es estar informados para que no nos cojan desprevenidos.
Debemos permanecer en alerta y ayudarnos mutualmente porque la fuerza hace el poder.
SANDRA ESTÉVEZ CALVAR
Escritora oficial de ABECAM
Escritora de novela romántica:
“Entre el miedo y el amor”
“No me dejes ahora”
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